lunes, 7 de julio de 2014

La controversia de la dualidad Sephirot/Qlipoth



Comencemos definiendo aspectos básicos de manera breve: ¿Qué es un Sephirot?

Un Sephirot o Sephira es uno de los diez aspectos arquetípicos que emanaron de la Unidad primordial cuando el cosmos fue creado a partir del colapso del Ain Soph (la nada y el vacío) el cual creó la Luz de la que está compuesto todo lo que existe, tal como los siete colores primarios emanan del rayo de luz blanca al atravesar el prisma. Cada Sephirot representa un aspecto cualitativo del Todo, ya sea Fuerza, Sabiduría, Belleza etc. La integración de estos aspectos entre sí mismos y su posterior balance da como resultado la Creación final, es decir Malkuth, la Sephira final, donde todas las fuerzas disgregadas de la unidad inicial encuentran su integración de nuevo como una diversidad equilibrada, en el reino de lo existente que conocemos como el mundo visible. Es en Malkuth donde se resuelve el conflicto de la separación ya que los aspectos primarios se unifican de nuevo como 10 Sephiras, el número equivalente al 1 (la Unidad primordial) manifestado, mediante la realización del Ser Supremo en una figura tangible, el Adam crístico, la piedra filosofal, el hombre auto-realizado que contiene y equilibra todas las cualidades del ser divino unitario (Sephiras), es decir, el Logos hecho carne. Las diez Sephiras en balance son semejantes a la unidad suprema de la que surgió todo, a la vez siendo una creación de esta misma unidad a semejanza de sí misma.
Sin embargo el balance de las diez Sephiras no se da de manera inmediata sino que progresa desde la creación, atravesando conflictos y desequilibrios mientras la Unidad manifestada tiene lugar. Estas fuerzas de conflicto y transformación generan vórtices donde se incuban las Sephiras, siendo el vórtice la sombra misma de estas, es decir, el producto no balanceado de la entidad arquetípica que no se ha integrado con el resto. Estas fuerzas adversas no son sino la inercia de la unidad primordial que se resiste a ser manifestada fuera de su totalidad inefable; para cada Sephira existe una fuerza inercial opuesta y es llamada Qlipoth.

¿Qué es un Qlipoth?

La fuerza inercial que resiste a la creación de una entidad semejante a la unidad fuera de la misma unidad, que se rehúsa a la existencia de Dios en forma material, es decir a la realización última del hombre, crea los Qlipoths, los cascarones, los egos; es representada por el “Oponente”, el Ego, Satanael, la fuerza que se niega a la realización del Hombre divino. Esto de acuerdo a la Qabalah tradicional.

Otras corrientes modernas han indagado en los Qlipoths como fuentes de poderes ocultos y descubrimientos profundos acerca de la realidad, así como “vías” inter-dimensionales mediante las cuales se puede acceder y actuar en diferentes planos según sea el Qlipoth. Esto también es cierto y se verifica en la naturaleza de los Qlipoth, ellos son las hendiduras y los canales en donde se incuban las Sephiras y el vacío sobre los cuales se manifiesta el efecto de la luz; el plano de los Qlipoths es también el reino al cual se accede al entrar en Daath (el abismo) que es aquella brecha que separa el Ruach, es decir el alma individual que contiene los 7 principios arquetípicos fundamentales equilibrados en Tipheret, de la triada Sephirótica superior de Binah, Chokmah y Kether, el plano de Neschamah o el Alma Universal. Para llegar a Kether (La fuente/Corona) realizando la totalidad, además de adquirir auténtica sabiduría (Chokmah) y entendimiento (Binah) de la naturaleza de la creación, es necesario “atravesar” el abismo, es decir, tener encuentro con el aspecto oscuro de la creación, aquel donde se gesta todo lo que existe. Ya que en el abismo se incuba la creación, este no tiene cualidad alguna sino que contiene todas las cualidades en potencia, y todas las formas imaginables, es potencialidad pura e indefinición caótica, es allí donde se tiene acceso a todos los aspectos no equilibrados (no realizados) de las Sephira y donde se confrontan y conocen los Qlipoths. Existen otras formas de acceder al Sitra Ahra (el árbol del conocimiento o el conjunto de los diez qlipoths), una de ellas es por Yesod, sin embargo las peculiaridades de tales actividades serán dejadas para otro tema.

Todo esto a grandes rasgos sólo para ilustrar el tema a continuación, para mayor información investigar sobre Kabalah, Sephirots y Qlipoths

Tenemos entonces una creación dual, una búsqueda que intenta realizar a Dios fuera de sí e integrarlo finalmente con el todo, y una fuerza opositora que pretende disgregar la configuración de los diferentes aspectos de la Unidad divina primordial y disolverlos de nuevo en la totalidad informe inicial; esto sucede debido a que todo aquello que existe se encuentra en perfecto equilibrio, de manera que la intención creativa se encuentra con una intención destructiva de naturaleza inversa y equivalente, dados los principios de Polaridad y Causalidad. Es en este punto donde se recae en la confusión más común, en donde se generan todas las teorías que pretenden realizar la propia divinidad negando la naturaleza misma de ella: No hay oposición entre los Sephirots y Qlipoths sino aparente, ¿Se puede considerar al huevo y al cascarón como entidades separadas?  ¿Se puede pretender adquirir el fruto del huevo tan sólo desde el cascarón? Aquellos que pretenden adquirir la auto-deificación y al mismo tiempo están negando la divinidad, el contenido de esta, sus cualidades, no adquieren sino demencia y no logran sino perderse en el abismo.

Las palabras están compuestas tanto de las ondas como del medio en el que se transfieren, las letras están hechas tanto del fondo vacío como de las letras, pretender realizar la Gran Obra percibiendo aún dualidad y oposición es recaer en la ignorancia de sí mismo.

Para ejemplificar esto explicaré comparativamente a Tipheret y a Thagirion.

Tipheret es la Sephira de la “belleza”, ¿qué es la belleza? Todo aquello que consideramos bello esconde una secreta armonía: La mona lisa, las espirales de una rosa, el compás de las gotas de lluvia, la simetría de un rostro atractivo, la proporción áurea detrás de todas las formas; el universo está construido de geometría y es esta geometría lo que entendemos como bello, armónico, todo aquello que no logra tal armonía tiende a la destrucción y no logra subsistir. Tipheret es la Sephira que integra y equilibra a las demás, es el aspecto solar, central, individual de la existencia, el yo verdadero detrás de todas las cosas. Krishna, cuyo nombre significa “supremamente atractivo” es una representación de Tipheret, así como lo es cualquier arquetípico mesiánico solar, los cuales tienen como característica su gran carisma y cualidades de liderazgo. La armonía, Tipheret, es la fuerza que mantiene integrada la realidad, así como el sol al sistema solar, así como el Self a la psique; podemos observar a Tipheret en el orden matemático geométrico de todas las cosas, en la musicalidad de la existencia, en la integración sistemática de todos los seres vivos.

Todos los seres vivos mantienen una relación de perfecta armonía, esto es la belleza de la naturaleza, es el perfecto equilibrio de los ecosistemas lo que les permite continuar existiendo a todos los individuos que lo componen. Esta breve descripción de la belleza de la vida sería la Sephira de Tipheret, el aspecto luminoso.

Sin embargo observemos que para conservar tal armonía los seres deben estar enfrascados en una co-dependencia hostil, que les obliga irremediablemente a destruirse los unos a los otros por el mero hecho de seguir existiendo, inclusive entre los de su misma especie en el caso de la preservación por competencia sexual; todos los seres vivos están inmersos en esta cadena de mutua aniquilación y violencia, y aquellos que no tengan el privilegio de devorar y usar a otros para su supervivencia, serán usados para la supervivencia de otros. Todos los seres están obligados a destruirse los unos a los otros para sobrevivir, tal como los gladiadores de un coliseo romano.

Así, todo lo que busca la armonía inevitablemente encontrará el conflicto, todo lo que busca la belleza encontrará la angustia, las fuerzas que se requieren para conservar el equilibro requieren de la violenta destructividad para preservarlo, así como una sociedad humana requiere de implementar leyes y castigos para preservar la civilización. Esto es el aspecto oscuro de Tipheret, Thagirion: “Violencia, los que disputan”.
Ambos lados del mismo aspecto de la realidad son indivisibles, existen al mismo tiempo y no se oponen sino que se complementan, más aún, son uno el producto del otro: Toda guerra se produce por la búsqueda de un pueblo de incrementar su armonía e integrarlo todo dentro de una unidad, toda búsqueda de la unidad armónica produce un inevitable conflicto; más aún, podemos observar este fenómeno todos los días en nuestras vidas en el perpetuo conflicto que conlleva someter nuestros impulsos para poder llevar una vida armónica con el resto de la sociedad, en esto conocemos que la armonía de nuestra civilización se fundamenta en el conflicto interior.                     

La armonía y el conflicto, la belleza y la violencia ¿Por qué son tan bellos los felinos si no es por su naturaleza violenta?

Toda sombra existe al mismo tiempo que el objeto que la proyecta, y no se opone a este, ni le perturba, ni le complementa, simplemente es al mismo tiempo que él, es un producto de él, es parte indivisible de él. Todo Qlipoth no es sino el aspecto velado de una cualidad divina, aquel que la consciencia generalmente tiende a ignorar, aquello de lo que se compone la sombra de la psique humana; al mismo tiempo toda Sephira se gesta a partir de la oscuridad y el conflicto, y no es sino mediante este, mediante el sufrimiento, el caos, el esfuerzo y la lucha que se llega a concretar la realización de una Sephira. El árbol del conocimiento no es sino la sombra, el reflejo, del árbol de la vida, y es mediante el reflejo que llegamos a conocer algo que, siendo desde siempre parte de nosotros, no llegamos a ver.

Es al salir del agua que el pez la comprende, es al faltarle el oxígeno que una persona llega a comprender el respirar.

Es caer en un absurdo el pretender alcanzar la meta final mediante sólo un aspecto de la aparente realidad, es incomprensión tanto del árbol sephirótico como también del qliphótico, el buscar la deificación sin tener en cuenta que no existe sino un solo árbol; es el mismo absurdo buscar la auto-realización solamente mediante el Alkahest (la disolución de los metales) sin los metales, como lo es de ingenuo pretender que se puede realizar Alquimia sin el disolvente.

¿Qué se puede violentar si no existe armonía, que se puede corromper sin la existencia de la pureza? Los llamados Qlipoths no son auto-existentes sino que son simplemente el reflejo inverso, la sombra, de las Sephiras. Es un error lógico pretender trabajar con la “Violencia, Disputa”, cuando la violencia/disputa no es sino una circunstancia que tiene efecto sobre un aspecto de la realidad, es decir, no existe por sí misma. ¿O acaso puede existir la fealdad sin la belleza? ¿Qué sustancia tiene el engaño sin la verdad?

Sólo un Maestro de la Mentira puede ser un Maestro de la Verdad, y viceversa. Ya sea mediante la vía de la revelación de la mentira, o la vía de la realización de la verdad, se encuentra la misma meta.


¿O acaso a la verdad le importa porque medio se ha de llegar a ella?

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