sábado, 26 de julio de 2014

LA VERDADERA VOLUNTAD






¿Qué es la verdadera voluntad? ¿Existe una voluntad falsa y una verdadera? ¿De dónde surge cada una de ellas? ¿Por qué es tan importante conocer la verdadera voluntad?

Para responder estas preguntas, vamos a contextualizarlas en un ejemplo hipotético pero que sucede muchas veces en la vida real:

Sofía es una chica de 17 años que tenía un noviazgo con Rafael, un chico de 20, que la ha hecho sufrir por varios meses; recientemente terminó su relación con él y se encuentra en estado de negación, queriendo recuperarlo a como dé lugar. Sofía es una practicante experimentada de Magia, y ella decide que usará sus conocimientos para recuperar a Rafael así que realiza un ritual de amarre. Efectivamente, después de unas semanas Rafael regresa con ella, logran recuperar su noviazgo por algunos días hasta que Sofía se entera de que Rafael la está engañando con otra chica, lo que produce una nueva ruptura más humillante y dolorosa, y definitiva.

¿Qué sucedió? ¿No había ella realizado un amarre eficiente, no había él vuelto hacia ella? ¿Por qué al final resultó en una separación irreconciliable?
Detrás de esta conclusión se esconde una sabiduría muy profunda: Sofía no estaba realizando su verdadera voluntad, la cual era disolver la relación destructiva que mantenía con Rafael y superar el apego hacia el factor dañino del amor para alcanzar un nuevo grado de desarrollo espiritual, ella estaba actuando desde el ego, queriendo cumplir su capricho idealizando una relación que no existía, ella actuaba desde el deseo, el cual estaba fundamentado en la ilusión y no en la verdad. Dado que Sofía no realizaba su verdadera voluntad, su acto Mágico sólo tuvo resultado como una repercusión superficial de energía, pero no como una emanación poderosa de su profundo yo, por lo cual su verdadera voluntad se cumplió al final, como siempre sucede.

Uno siempre efectúa su verdadera voluntad, y si la construcción de la identidad o los deseos pasajeros del yo efímero se interponen con el auténtico Ser y su intención eterna, definitivamente lo efímero del yo encontrará su destrucción. Esto sucederá una y otra vez, y se recaerá en la construcción de identidades y el cumplimiento de deseos que no corresponden a la auténtica voluntad si se ignora cuál es esta, lo que sobrevendrá en el sufrimiento causado por el apego y la ignorancia, y estancará la culminación espiritual que nuestro Ser vino a encontrar en esta realidad.
Desde que entramos en este mundo, se nos impone una identidad, un nombre, un entorno social y geográfico, un tipo de programación que deriva en un tipo específico de personalidad y cultura, una forma “correcta” de desear y de ser, una forma “correcta” de amar y de practicar la sexualidad, una forma “correcta” de percibir a Dios y a nosotros mismos en relación a él, y de relacionarnos con lo espiritual. ¿Debes ser médico acaso, ser músico es una idiotez? ¿Estás segura de que tu voluntad es ser actriz, o es una construcción egoica que proviene de tu educación y la imitación que realizas de lo que ves por tu necesidad de aprobación? ¿Eres infeliz siendo promiscuo porque ignoras que un amor tierno y exclusivo es lo que realmente necesitas, o en cambio eres infeliz en una relación asfixiante porque tu verdadera voluntad es en realidad el experimentar y aprender sobre la sexualidad?

Los que nos imponen esta identidad, en un principio los padres, los familiares, después los profesores, los amigos, finalmente la sociedad, no tienen idea de quienes somos realmente en lo profundo ni que misión hemos venido a cumplir en nuestro ser para realizarnos a nosotros mismos; ellos simplemente actúan por inercia desde la ignorancia de esta realidad profunda y con el apego hacia su realidad conocida. Bajo esta circunstancia el ser profundo encuentra obstáculos al manifestar su auténtica voluntad mediante sus instrumentos, que son la mente, los sentidos, el cuerpo (el ser físico en general) ya que todo ello está programado para ignorar, en el mejor de los casos, o para contradecir en el peor, al ser profundo. En esta condición la Magia no se puede realizar, la voluntad no puede fluir desde el interior hacia el exterior y manifestarse, debido a que el mismo vehículo que debería usar para hacerlo le obstaculiza, es entonces menester del prácticamente de Magia honrar el primer principio de esta, que nos manda SABER.

SABER es conocerse a sí mismo, descubrir la verdadera voluntad de manera que se pueda purificar el yo exterior de tal manera que no obstaculice de ninguna manera la voluntad, cual cristal perfectamente pulido que manifiesta de manera fiel la luz sin intervenir con ella; desde el SABER es posible el QUERER, ya que la voluntad puede manifestarse sin que sea falseada por un deseo farsante producto de un condicionamiento exhaustivo; cuando la voluntad se manifiesta entonces es posible PODER/OSAR, se desata el poder interno que esta voluntad origina; entonces es posible CALLAR, es decir encontrar la armonía perfecta entre el interior de uno mismo y el exterior, de manera que la interacción entre ambos sea silenciosa y sagrada como el fluir interno de un manantial de gloria.

Siendo que Sofía se oponía a sí misma sin saberlo, estaba destinada a fracasar, dado el principio por el cual funciona la Magia, el cual es la verdadera voluntad, ¿Cómo podría pretenderse lograr algo mediante la Magia si lo que se pretende lograr está, precisamente, ignorando lo que la fuente de la Magia le está diciendo?
Sin conocer la verdadera voluntad el supuesto Mago está destinado a fracasar una y otra vez, satisfaciéndose en logros efímeros y superficiales sólo por un tiempo, sólo para darse cuenta de que esos logros se vuelven polvo de nuevo, ignorando el por qué, siendo ciego ante el auténtico mecanismo que está detrás de toda Magia, pretendiendo beneficiarse de un poder que considera ajeno a sí mismo sin entender que el único poder es su propio ser desnudo.

He aquí el primer mandato de todo Mago: Conócete a ti mismo.

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